martes, 8 de abril de 2014

Primavera


         La semana pasada, mi hija mayor disputó un partido de fútbol femenino con las chicas de su clase, dentro de una liguilla que se ha organizado en el instituto. Y, no sé si será por la novedad en una actividad tan de chicos, pero el acontecimiento suscitó gran interés entre el alumnado, que se agolpaba entorno a la cancha, llegando a invadir el campo de juego en algunos momentos del encuentro.

La verdad es que no le ha ido nada mal. Primero, el equipo de su clase ganó el partido, aunque fuera por la mínima, y, por lo que me ha contado, en cuanto a colocación al menos, fueron netamente superiores. Además, ha descubierto que se le da bien jugar de lateral derecho, achicando balones y repartiendo juego desde la banda. Ya solo le falta sumarse al ataque y probar a tirar a puerta.

Por su parte, mi hija pequeña ha dado un paso más en su aprendizaje musical y practicando un día tras otro, se ha inventado una melodía que dice que le recuerda al verano y, no sé porque, a Rydell, el instituto de la película ‘Grease’.

Además, este fin de semana, animados por el buen tiempo, cogimos otra vez las bicicletas y nos fuimos a dar un paseo. Y eso, y el cambio de hora, ha hecho que me decida a volver a correr por el parque, ahora que no hay riesgo de que se me haga de noche y tenga que terminar mi recorrido a la luz de la luna.

Por lo demás, los prolegómenos de la Semana Santa llenaron la tarde-noche del sábado de redobles de tambor y las bandas de música salieron a la calle acompañando a los humildes pasos de las cofradías del barrio, todavía desprovistas del fasto de las que, a partir del domingo, colapsarán el centro de la ciudad.

Y todo esto me recuerda que ha llegado la primavera, a la que pronto seguirá el verano, dejando definitivamente atrás los rigores del invierno, y, con ella, los paseos por el campo a caballo y los fines de semana en la playa, con el agua del mar invitándonos a tomar el primer baño de la temporada.