jueves, 9 de marzo de 2017

Buscando cerebros

            La canción de Ed Sheeran dedicada a la ciudad de Barcelona amenaza con dar al traste con el proceso independentista. Sus referencias a la sangría y el uso de expresiones como ‘mamasita rica’, ‘sí, te adoro señorita’ o ‘mi niña te amo mi vida’ han sembrado las dudas sobre la verdadera identidad nacional de los catalanes, a los que, parece ser que en la intimidad, les gusta beber calimocho y, en vez de bailar la sardana, se dejan seducir por ritmos latinos, al son de los cuales, chicos y chicas se contonean sin recato, para más inri, en los alrededores de la Sagrada Familia.
            La verdad es que, si se hubiera documentado un poco, podría haber compuesto una canción que hablase de tomar calçots y no de beber sangría y bailar hasta altas horas de la noche alrededor de una iglesia con una botella de vino tinto en cada mano (si por lo menos fuera una botella de cava o de vino del penedés, todavía tendría un pase, pero la denominación de origen, dado el tono de la canción, resulta más que sospechosa).
            Es probable que el cantante inglés no haya visitado realmente Barcelona, sino alguna otra ciudad, seguramente castellana, y con los efluvios del alcohol ha confundido la Sagrada Familia con la Catedral de Burgos. Al fin y al cabo, ya sabemos lo propensos que son los ingleses (esos borrachines) a consumir de whisky, a las fiestas y al balconing y otros deportes de alto riesgo.
Pero esas cosas duelen, salvo que vivas en un país atrasado culturalmente, de bebedores de sangría y otros caldos de dudosa procedencia y aficionados al reggaetón; cuyos ciudadanos (según un espacio de la televisión vasca) se clasifican en cuatro categorías, a saber: ‘fachas’, ‘paletos’, ‘chonis’ y ‘progres’ (No obstante, con esto también hay que tener cuidado, porque, cualquier día, a otro cantante anglosajón se le puede ocurrir componer una canción sobre la ría de Bilbao y, de golpe y porrazo, nos enteramos de que a los datzaris les gusta arrancarse por sevillanas, cuando se les acaba el txakoli).
            Menos mal que otra noticia publicada en la prensa esta semana ha aliviado algo el dolor de la herida, y es que el Institut Guttman de Barcelona se ha puesto a buscar 3.000 cerebros sanos para estudiar los marcadores biológicos que permiten mantener este órgano en un buen estado de salud; delimitando la selección a voluntarios que residan en Cataluña, porque es un territorio que dispone de elementos que se han identificado como protectores de la salud cerebral, como el bilingüismo, la dieta mediterránea, la práctica activa de deporte y el arraigo social y familiar, entre otros.

            Esta si que es una institución seria y ha sabido diferenciar Cataluña de la Comunidad Valenciana o Galicia, donde, como sabemos, la gente, aunque pueda chapurrear otras lenguas además del castellano, es propensa a comer hamburguesas, no es amante del ejercicio físico y, además, están plagadas de inmigrantes ilegales y familias desestructuradas, con el daño que le hace eso al cerebro, al corazón y a la autoestima de los individuos y también de las naciones.