jueves, 17 de septiembre de 2015

Es tiempo de explorar


            Este fin de semana, nuestras dos hijas se vinieron con nosotros a correr al parque que hay cerca de casa. Ha sido una experiencia interesante, aunque nuestras hijas, como buenas adolescentes, se muestran reacias a cualquier actividad física que las obligue a salir de casa un domingo cualquiera con un destino inconcreto y sin más objetivo que hacer algo de ejercicio aprovechando la buena temperatura y un cielo despejado.
            Y no puedo censurarlas por ello, aunque no recuerdo cuales eran mis inclinaciones cuando tenía su edad en lo que a hacer ejercicio durante mi tiempo de ocio se refiere, porque estar en casa les ofrece ahora montones de posibilidades de dejar pasar el tiempo sin más ocupación que rastrear el Whatsapp en busca de vida inteligente o navegar sin rumbo en un océano de imágenes y sonidos más o menos agradables o atractivos, con solo deslizar un dedo sobre la pantalla táctil de sus dispositivos móviles.
            No obstante, abandonarlas a su suerte en ese mundo virtual, me temo que les depararía, al menos a medio plazo, la misma sensación de hastío que nos producía a nosotros pasar horas delante de la televisión a merced de la programación del fin de semana.
            La única diferencia es que ahora se puede ser más selectivo, porque la oferta es más variada. No obstante, todos tendemos a abundar en las temáticas que más nos interesan, y eso, con frecuencia, nos conduce a un callejón sin salida, repleto de personajes, escenarios, argumentos y melodías que empezamos a conocer demasiado bien como para que puedan resultarnos, no solo estimulantes, sino verdaderamente interesantes.
            Y, para salir de ese círculo vicioso, solo se me ocurre convertirnos en exploradores, aún a costa de incomodidades y decepcioness o algún resbalón ocasional. Se puede recorrer una senda mil veces, sin reparar en la vegetación que crece a uno y otro lado del camino, beber siempre de la misma fuente y elegir la misma hora del día para dar un paseo; o se puede arriesgar algo variando el itinerario, deteniéndose a mitad de la ruta o cambiando la hora de levantarse o de irse a dormir; porque explorar consiste, a veces, nada más que en tratar de ver y hacer las cosas de otra manera, pero, en todo caso, obliga a cambiar algún hábito o modificar una rutina.
            Sea como fuere, los beneficios son incontables, porque un pequeño cambio, aunque sea de vez en cuando, nos obliga a estar alerta y, por eso, nos vuelve más receptivos, rompe la monotonía y también nos saca del amodorramiento que se apodera de nosotros cuando, inconscientemente, renunciamos a explorar nuestro entorno y nos volvemos acomodaticios y perezosos; pero, sobre todo, nos da la posibilidad de descubrir algo nuevo cada día y de sorprendernos, a veces maravillarnos, con cada pequeño o, a veces, gran descubrimiento.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Déjanos tu comentario