domingo, 17 de septiembre de 2023

Ignorantiae pyram

 

He estado leyendo una entrevista con un investigador del CSIC, experto en inteligencia artificial, en el transcurso de la cual hace un pronóstico demoledor sobre el futuro de la información en Internet. Y es que considera que, como consecuencia de la forma en que se están entrenando los sistemas de inteligencia artificial, corremos el riesgo de que en unos años casi toda la información que circule por internet sea falsa.

Y esto es debido a que esos sistemas, que están muy lejos de ser inteligentes, en la práctica, se limitan a analizan una cantidad enorme de datos para seleccionar las palabras que, con mayor probabilidad, encajarían en un contexto conversacional determinado. Con ello se consigue que la mayoría de las respuestas a las preguntas que se les formulan sean coherentes, lo que no quiere decir que sean también necesariamente ciertas. Pero supongo que la información que se genera va incorporándose al volumen de la que ya se dispone, actuando como una bola de nieve que va contaminando la mayoría de la que se encuentra al alcance del común de los usuarios de la red.

De todas formas, yo me pregunto, ¿esto es realmente tan importante? Quiero decir, qué más da si se produce una proliferación a escala planetaria, ya no sólo de fakes, sino de información sesgada, inexacta o, directamente, falsa. 

Imaginemos (¿?) por un momento que los niños y jóvenes en edad escolar empiezan a elaborar sus trabajos valiéndose de la inteligencia artificial, y que esa supuesta inteligencia empieza a decir cosas lógicas pero que no tienen nada que ver con la realidad, afirmando, por ejemplo, que Pablo Iglesias, 135 años después de haber fundado el Partido Socialista, desengañado por la deriva de la socialdemocracia, fundó un segundo partido, abandonando la primera línea de la política siete años más tarde, agotado después de tan largo periplo; o que el Príncipe Harry estudió en Hogwarts antes de convertirse en Duque de Sussex, y que hasta entonces su familia lo trataba de forma abusiva y lo obligaba a dormir debajo de una escalera en el Palacio de Buckingham; o que Magallanes, en su intento de dar la vuelta al mundo, se cayó al vacío por su extremo occidental, circunstancia que explica que el que regresara a puerto fuese Juan Sebastián Elcano, que consiguió darse la vuelta a tiempo con el único barco superviviente y, para no quedar como un cobarde, se inventó que había circunnavegado el planeta, dando lugar a la teoría, todavía muy en boga, de que la Tierra era redonda.

Si, de todas formas, esos jóvenes estudiantes no van a elaborar esos trabajos, ni tan siquiera se los van a leer antes de entregarlos a sus profesores. Y, si sus profesores se escandalizan por tamaña sarta de ocurrencias y deciden suspenderlos, en realidad, estarían suspendiendo a ChatGPT, porque, realmente, no habrían tenido oportunidad de examinar el conocimiento de sus alumnos, que pueden ser unos zoquetes o, sencillamente, unos vagos.

Por otro lado, la gente corriente ya no lee los periódicos, y tiende a creerse aquello que refuerza sus prejuicios. Así que va a seguir descartando cualquier afirmación que contravenga sus convicciones íntimas o sus intereses materiales, aunque vaya respaldada por toda la comunidad científica o por un ejército de agoreros climáticos enloquecidos, con Bill Gates, Bill Clinton o Búfalo Bill a la cabeza.

Además, la mayoría de la población tampoco lee libros, así que le da igual si alguien manipula los textos originales a base de semántica inclusiva y Don Quijote de la Mancha termina siendo un señor o una señora delgada, que no flaca, que va por ahí con un esbelto escudero atentando contra aerogeneradores y combatiendo con ardor otras fuentes de energía alternativa al uso de combustibles fósiles.

El otro día, mis hijas se fueron con sus amigos al Museo de Bellas Artes y se quedaron sorprendidas por el desconocimiento de la iconografía religiosa que mostraban algunos de ellos (y estoy hablando de jóvenes universitarios), hasta el punto de ser incapaces de identificar símbolos, escenas o lugares comunes, so pretexto de que no eran creyentes.

Así que, poco o nada hay que temer de un repunte del Creacionismo, o del Terraplanismo, porque la inteligencia colectiva (que no tiene nada de artificial) por pura ignorancia, hace tiempo que dejó de creerse el Génesis y también la Teoría de la Evolución. Y, por lo tanto, en los tiempos confusos que corren, hay que empezar a asumir el riesgo de que termine identificando las iglesias con los museos y quemando a los curas y a los herejes en una misma hoguera, que, por otra parte, es el lugar donde terminaron los libros de la biblioteca de Batman (también conocido como el Caballero de la Triste Figura) y en el que acaban aterrizando todos los que alguien no quiere que los demás leamos o, sencillamente, que ya nadie quiere leer, con lo cual no es necesario prohibir su lectura, sino solamente dejar que la gente corriente haga sitio en sus bibliotecas para poder alojar en ellas el desconocimiento y la ignorancia, que, a diferencia del saber, ocupa un lugar cada vez más grande en nuestras vidas.

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