De
vez en cuando, a lo largo de mi trayectoria como corredor, he tenido sueños en
los que corría sin esfuerzo a través de campos de hierba verde que rodeaban la
ciudad o de sus calles semidesiertas cuando ya había oscurecido; y, al
despertar de esos sueños, lo que me resultaba más placentero era la sensación
de ingravidez y esa capacidad para recorrer grandes distancias sin cansarme ni
resoplar por el esfuerzo. Sin embargo, estando despierto la percepción era
siempre distinta y ese esfuerzo, a veces, demasiado tangible tanto física como
mentalmente.
Por
eso, cuando empecé a prepararme para la media maratón temí que el camino se me
hiciera largo y no tener la fuerza de voluntad necesaria para llegar hasta el
final sin desanimarme o dejarme llevar por la inercia de la rutina del
entrenamiento, confiando sin demasiado entusiasmo en que me condujera sin más hasta
el día de la carrera.
No
obstante, para mi sorpresa, hasta ahora la preparación ha sido más llevadera de
lo que esperaba y, reduciendo el ritmo de carrera al tiempo que aumentaba
paulatinamente los kilómetros recorridos cada semana y también progresivamente
el tiempo y la distancia que era capaz de cubrir en una sola sesión de
entrenamiento, he tenido mejores sensaciones de las que recordaba. De hecho, me
cuesta muy poco salir a correr y disfruto explorando nuevas rutas y mis propios
límites cada fin de semana.
Ahora,
cuando salgo de casa, a veces a horas un tanto intempestivas, y empiezo a
trotar suavemente a la hora del crepúsculo o, incluso, cuando la noche ha caído
y toda la sesión de entrenamiento transcurre al abrigo de la oscuridad, o me encuentro
con que el parque está cerrado y tengo que improvisar el recorrido entre la
vegetación silvestre que crece, sin que los jardineros se ocupen de ella, en
los aledaños de ese parque urbano que hay cerca de mi casa, por momentos, me he
sentido como en esos sueños en los que mis pies y mis piernas responden sin
rechistar a mi deseo de correr más allá y de seguir avanzando sin un
pensamiento fijo y dejándome llevar.
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