jueves, 13 de agosto de 2020

Una sombra sobre el Lago Largo

 

            Este verano, mi compañía de rol ha visitado la Ciudad del Lago, en un momento indeterminado entre la caída de Smaug y el comienzo de las vicisitudes de Frodo Bolsón, cuando la ciudad ya había sido reconstruida y gozaba nuevamente de cierta prosperidad. Además, la visita de los personajes jugadores coincidió con las fiestas locales y el aniversario de la muerte del dragón a manos de Bardo, así que todo invitaba a comprar en el mercado flotante, a unirse a las fiestas organizadas por los distintos gremios, a participar en el torneo de tiro con arco y, en general, a disfrutar del tiempo de la cosecha. Lástima que un altercado en una taberna entre algunos miembros del gremio de los arqueros y un grupo de la compañía negra de la ciudad de Valle que había acudido a Esgaroth precisamente para participar en el torneo, hiciera que los personajes terminaran con sus huesos en la cárcel.

            En esos días algunas barcazas no han regresado a puerto o han sido encontradas a la deriva, con graves daños en el casco, sin rastro de la tripulación aunque con su cargamento intacto. Pero mientras los jugadores hacen sus indagaciones al respecto, una amenaza silenciosa se cierne sobre Esgaroth y obliga al gobernador a decretar una estricta cuarentena mientras el hospital de la ciudad se va llenando de enfermos, y un número creciente de cadáveres es evacuado cada noche desde un embarcadero secundario al abrigo de la oscuridad.

            Con el paso del tiempo, algunos de los personajes empiezan a desarrollar los primeros síntomas de la enfermedad y a darse cuenta de que, durante las fiestas, todos ellos han estado expuestos al agente infeccioso y, probablemente, se han contagiado entre ellos. Las tiradas de resistencia falladas o el azar a la hora de compartir habitación en la posada donde han estado alojados les lleva a intuir, entre el horror y la impotencia, cual de ellos será el próximo en enfermar gravemente. En esas trágicas circunstancias, trataran infructuosamente de seguir el rastro de una vieja amiga con la que iban a reunirse en la ciudad, que ha desaparecido misteriosamente, y cuya persecución les conducirá hasta el recóndito corazón de una ciénaga en la que se oculta una amenaza mucho mayor.

            Todo ello aderezado con un abanico de personajes no jugadores que ocultan secretos, anhelos y, a veces, un pasado tormentoso. Un animista incapaz de controlar la epidemia que asola las calles de la ciudad al que protegen tres enormes e inquietantes sabuesos negros, un cambiapieles torturado por los servidores de la sombra, un artista callejero al que una mala tirada de percepción le dará la apariencia ante los jugadores de un poderoso mago o un capitán del gremio de los arqueros de Esgaroth víctima de un amor no correspondido. Y, por supuesto, objetos mágicos, como un anillo que contiene un hechizo de seducción, piedras de afilar que vibran y se iluminan con una tenue luz azulada cuando en las inmediaciones hay alguna criatura de la oscuridad, monedas conmemorativas del año de Durin que sirven de salvoconductos, escamas de dragón, ungüentos que aplicados sobre la punta de una flecha serían capaces de tumbar un olifante y cotas de malla de hermosa factura que imitan el plumaje de una ave exótica.

            Con todo, lo mejor son siempre los momentos inspirados en que la casualidad o el azar cambian el curso de la historia, como la escena en la que el capitán enamorado ensaya, al borde de una laguna más profunda de lo que parece, un inflamado parlamento mientras contempla los destellos de un anillo que sostiene en la mano a la luz de la luna, al tiempo que es observado por una hermosa criatura con torso de mujer y una cola escamosa que pretende arrastrarlo hasta el fondo de la poza para devorarlo. Nuevamente una mala tirada tendrá el efecto de que la flecha que pretendía librarlo de una muerte inminente haga zambullirse rápidamente a la criatura y sobresalte al capitán que dejará caer el anillo al agua, con los consiguientes e imprevistos efectos del conjuro que contiene sobre la criatura acechante.

            ¿Se puede pedir más? Puede ser, así que por si acaso alguien se aburre, la historia irá tomando una deriva acelerada, con persecuciones por los canales de Esgaroth, barcos que naufragan al atardecer mientras criaturas sin nombre que moran en las profundidades del lago afloran a la superficie, un ejército de hobotrasgos escalando las empalizadas de la Ciudad del Lago al caer la noche y con la guardia mermada por la epidemia, la ciudad siendo pasto de las llamas, la sombra de Smaug planeando sobre el lago en una visión perturbadora de un futuro posible y la sombra de la traición amenazando en cada esquina al tiempo que la necesidad une a enemigos irreconciliables.

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